Este artículo se basa en el titulado "Real distinction between essence and esse from the definition of person and the Incarnation" del 24 de junio de 2014.
Yo era agnóstico sobre la cuestión de si entre la esencia y el acto de ser o esse hay una distinción real o solamente formal. (Recordemos que hay distinción real entre dos cosas si y sólo si ellas son físicamente separables.) Más precisamente, percibía que la cuestión estaba basada en diferencias en las definiciones tanto de esencia (en la mente, ¿está la esencia o una representación de ella?) como de acto de ser. En consecuencia, percibía que se podía sostener ambas posiciones sobre la cuestión, por supuesto no al mismo tiempo en el mismo estudio. La situación parecía ser análoga a la del formalismo de la Mecánica Cuántica, donde la mecánica de matriz de Heisenberg y la mecánica de onda de Schrödinger son formulaciones equivalentes, en el sentido de que por cualquiera de ellas se llega al mismo resultado, aunque obviamente no se puede usar ambas al mismo tiempo en el mismo caso.
Esto fue así hasta que leí un artículo sobre cómo explicar filosóficamente por qué la naturaleza humana de Jesús no es una persona humana. Las soluciones presentadas por Escoto y Suárez me parecieron totalmente insatisfactorias desde el punto de vista filosófico. De la segunda, el supuesto "modo sustancial" que existiría sobre la naturaleza humana y haría que ésta fuese una persona era claramente una construcción mental espúrea, que existe solamente en la mente del observador que cree que existe. De la solución de Escoto, mejor ni hablar.
Pero luego me di cuenta de que había una razón de muchísimo más peso para la distinción real entre esencia y esse: los pasajes del Evangelio de Juan en que Jesús dice de Sí mismo simplemente "Yo Soy", claramente del mismo modo en que Dios (Padre) se llamó a Sí mismo "Yo Soy" ("Ehyeh") en Ex 3,14. Particularmente éste:
"En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham fuese, Yo Soy." (Jn 8, 58)
Si la esencia humana de Jesús existiese por su propio acto de ser contingente creado que no se distinguiese realmente de esa esencia, como sostienen Suárez y Escoto, Jesús debería haber dicho "antes de que Abraham fuese, Yo Soy en mi naturaleza divina". Pero de lo que realmente dijo queda claro, a mi juicio, que en Jesús hay sólo un acto de ser, el eterno Acto de Ser Subsistente del Verbo, o mejor aún, el eterno Acto de Ser Subsistente que Es el Verbo. La esencia humana de Jesús no existe por un acto de ser contingente creado que no se distingue realmente de esa esencia, sino por el Acto de Ser Subsistente del Verbo que la asumió.
Este caso, en el cual una esencia creada no existe por su propio acto de ser contingente, muestra que hay una distinción real entre esencia y acto de ser, porque ambos son físicamente separables. Habiendo establecido esta noción, la union hipostática puede ser descripta en términos filosóficos de esencia y acto de ser: la Persona del Hijo, que al igual que cada Persona divina es la Esencia divina (dogma de fe), la cual a su vez es el Acto de Ser Subsistente (concepto tomista), es el acto de ser del alma de Cristo.
En este marco es sencillo entender por qué la naturaleza humana de Jesús no es una persona humana, mientras que la naturaleza humana de un ser humano cualquiera, digamos Pedro, sí lo es. La naturaleza humana de Pedro es una persona humana porque su alma existe por su propio acto de ser contingente creado. La naturaleza humana de Cristo NO es una persona humana porque su alma NO existe por su propio acto de ser contingente creado, sino por el Acto de Ser Subsistente del Verbo que la asumió.
En este punto, destaco que estoy siguiendo la posición de Billot de que la persona es constituída por el acto de ser, y no por un "modo sustancial" que "selle" la naturaleza, como sostenían Cayetano y Garrigou-Lagrange de modo similar a Suárez, sólo que colocando ese supuesto modo sustancial entre la naturaleza y el acto de ser.
Obviamente que esta manera de explicar el misterio de la unión hipostática no es necesaria, porque no se puede decir que la Iglesia no entendió ese misterio hasta S. Tomás. Pero sí se puede decir que a partir de S. Tomás puede entenderlo mejor y/o más fácilmente. Además este marco resuelve en forma directa y simple cuestiones como por ejemplo las del inicio y posible fin de la unión hipostática: en este marco, si la Persona divina del Hijo se separase del alma de Cristo, ésta última inmediatamente dejaría de existir.
Describir la unión hipostática como que la Persona del Hijo es el acto de ser del alma de Cristo tiene dos consecuencias:
1. El Hijo de Dios asumió la carne por medio del alma. S. Tomás enseña precisamente esto en ST, Parte III, Cuestión 6:
"si se atiende al orden de la causalidad, la propia alma es de alguna manera causa de la unión de la carne con el Hijo de Dios. La carne no es asumible más que por el orden que guarda con el alma racional, que es la que le proporciona el ser carne humana." (Art. 1, Resp.)
"La carne humana es asumible por el Verbo gracias a la relación que guarda con el alma racional como con su propia forma. Y tal relación no existe antes de que se una a ella el alma racional, porque una materia se hace propia de una forma en el momento en que recibe tal forma; por eso en el mismo instante en que aparece la forma sustancial se termina la alteración. Y ésa es la razón de que la carne no debió ser asumida antes de ser carne humana, lo que aconteció al hacerse presente el alma racional. Así pues, como el alma no fue asumida antes que la carne, porque va en contra de la naturaleza del alma el existir antes de que se una al cuerpo, del mismo modo la carne no debió ser asumida antes que el alma, porque la carne no es humana antes de que tenga un alma racional." (Art. 4, Resp.)
2. El cuerpo de Jesús se separó de la divinidad al morir, y estuvo separado de ella hasta la Resurrección. El fundamento de esto es precisamente lo afirmado por S. Tomás en los textos resaltados en la cita del punto anterior, cambiando:
- luego de "tal relación no existe",
"antes de que se una a ella el alma racional" por
"luego de que deje de estar unida a ella el alma racional".
- luego de "ésa es la razón de que la carne no debió ser asumida",
"antes de ser carne humana, lo que aconteció al hacerse presente el alma racional" por
"luego de dejar de ser carne humana, lo que aconteció al dejar de estar presente el alma racional".
- luego de "la carne no es humana",
"antes de que tenga un alma racional" por
"luego de que deje de tener un alma racional".
A la objeción de que una continuidad en la unión hipostática con el cuerpo durante la muerte se deduciría del modo de hablar de los símbolos: "fue crucificado, muerto y sepultado" y "padeció y fue sepultado", respondo que S. Pedro habló de la misma manera del rey David en su discurso de Pentecostés: "el patriarca David murió y fue sepultado" (Hechos 2, 29). Más aún, S. Pedro dijo dos versículos mas tarde: "de Cristo, que ni fue abandonado en los infiernos ni su carne vio la corrupción" (Hechos 2, 31), distinguiendo entre Cristo, esto es su alma unida a su divinidad, que descendió a los infiernos, y su carne, esto es su cuerpo muerto, que estuvo en el sepulcro.